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viernes, 19 de diciembre de 2014


PELOTAS DE NAVIDAD
Ninguna Navidad sería igual en mi familia si no se hiciesen las para nosotros famosas "pelotas". No me valen ahora muchas verduras en un lugar donde el frío, la nieve y las piedras estaban y están al doblar la esquina..... manteca, jamón, lomo, queso, huevos, buen pan rallado y muchas ganas de amasar es lo que la fiesta dicta. Unos se van y otros llegan, la rueda de la vida que cada vez se nota más, unas Navidades se pasan con un nudo en el estómago y otras con ganas de cantar villancicos, pero las pelotas permanecen y permanecerán por lo que parece ser, ya que a la generación joven y a la que aún es niña se les ve con  muchas ganas de actuar, de amasar y de comer cada una en su medida.
Y así son las cosas, las que al fin y al cabo dan sentido a la vida, una buena sonrisa, un amplio delantal, un pañuelo en la cabeza, manos limpias, sabiendo que luego quedarán suaves como nunca gracias a la manteca, y cada uno va llegando,  cuando puede o cuando el tiempo se lo permite,  al hogar con la cocina más amplia y con muchas ganas de acoger. Unos hacen viaje de dos horas, otros de una, y algunos como yo de veinte minutos, pero nadie viene con las manos vacías -cocas saladas, empanadillas, bizcocho de naranja, peras al vino, tarta de chocolate, galletas de curry- en fin,  estamos todos, o casi casi todos, es una cita importante, yo diría que mágica, sagrada, porque ahí se refleja de dónde venimos, quiénes somos y sin darnos cuenta rendimos homenaje a nuestra manera a aquellos que ya se fueron, a los antepasados que también nos hicieron. 
Y están las pequeñas discusiones irónicas, "las haces muy grandes, pues tú muy pequeñas", "pues pon otro huevo, pues no que tiene bastantes",  "pues yo amaso pero no se me coge, pues aprieta más", mi madre en los últimos tiempos se empeñaba en decir que ella no podía amasar por el calor que emanaban sus manos, a mi me daba risa pero luego comprendí que es posible, todo tiene sus misterios.
Y con las manos todavía pringadas pero suaves, muy suaves, contamos las pelotas que pueden ser 165 como este año, y los peques han llorado, han jugado, se han arrastrado y algunos han amasado. Sigue el día, es largo, se reparten las pelotas, según los gustos, según los componentes de la familia. Y se va uno satisfecho a casa porque se dice a sí mismo "de ahí vengo yo, no hay vuelta de hoja". Y hasta hace poco éramos cuatro generaciones y ahora somos tres. Y lo pasamos bien, sí, lo pasamos bien, muy bien. De ahí vengo yo.
 
INGREDIENTES :
Manteca de cerdo (1 taza de café con leche)
Pan rallado, a ser posible sobao. Comprar unos días antes y dejar secar, después rallar (4 tazas de café con leche).
Lomo frito y cortado a trocitos muy pequeños, 300 gramos.
Jamón serrano cortado a trocitos muy pequeños, al gusto, sin miedo.
6 huevos
1 sobre queso rallado o queso rallado en casa. El tipo de queso que se prefiera, nosotros ponemos parmesano pero puede ser diferente.
1 clara de huevo.
Con estas proporciones te saldrán de 30 a 40 pelotas.
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Calentar la manteca en un cazo al fuego, una vez templada o fría volcarla en un barreño de barro o el recipiente que tengamos para amasar. Añadir el lomo, el jamón, el queso, el pan y los huevos. Ir amasando hasta que la consistencia de la masa nos deje hacer una pelota, hay que tener paciencia, en caso de que haya dificultad añadir otro huevo y mucho amor.
Una vez hechas las pelotas pasar cada una de ellas por una pizca de clara de huevo muy suavemente con nuestras manos.
Guardarlas en la nevera o congelar si se van a usar muy tarde.
En caso de vivir en un sitio de montaña guardar en la despensa o en un sitio frío porque aguantan mucho tiempo.
Lo habitual es tomarlas con un caldo de cocido y arroz, deben hervir de 15 a 20 minutos al mismo tiempo que el arroz.
¡Que las  disfrutes!
 
 

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