HURACÁN

Con cuantas cosas hay que romper a veces para comenzar de nuevo, qué huracán tiene que pasar para cambiar nuestro caminar, el mismo Ikebana necesita para llegar a su esplendor de sencillez, armonía y belleza deshacerse de algunas de las ramas que se lo impiden. Nos agarramos a lo establecido sin pensar que tal vez  nuestras manos quieran tocar unas flores antes que el teclado del ordenador, que a nuestra mente le apetezca una poesía al levantarnos antes que iniciar los automáticos gestos de poner la cafetera, que el monte y el mar aúllan al viento nuestro nombre de tanto tiempo que no nos ven,  maquinamos para lo que creemos que servimos o que nos han hecho creer que servimos  y así nos pasamos el tiempo, con esa máscara que creemos nuestro yo. Nos duele la cabeza o el estómago y detrás puede que se esconda ese lápiz que nunca cogimos para dibujar y que necesita expresarse ya, o ese cuento que nunca contamos porque no nos creímos capaz y clama por existir, o acaso queremos y no nos atrevemos a leer sobre lo que no es racional. ¡Oh, la razón, la razón! Cuántos "yos" hay detrás de cada uno de nosotros, cuántos, ¡quién sabe!.Pero no nos ciñamos a un sólo hacer, dejemos hablar de vez en cuando a la sinrazón .......tal vez así no haga falta que venga el huracán. Tal vez.