HOMENAJES

Ni un político, ni un intelectual, ni un artista, ni un pintor o escritor, ni una santa o un obispo, nada de todo ello, un pollastre, así como suena, me gustó encontrarme con esta calle por su simplicidad, por un canto a lo cotidiano, a aquello que siempre nos ha rodeado, un buen guiso de pollo siempre había en nuestras casas, con sus ajos, su cebolla, su tomate y su carlota, un pollo de los de antes, de corral de verdad. Ahora el último que compré se llamaba "pollo rural", ya no quise ni preguntar, era amarillo y supuse que estaba criado con maíz, ¡quién sabe!. Fuentes fidedignas me han contado que Iciar Bollaín cambió hace poco el pueblo donde iba a transcurrir la trama de su nueva película porque el color de los pollos no era el que le interesaba. Y es que esta ave siempre ha estado muy cercana a los humanos, nos da mucho y no sé si tiene el respecto que se merece, por ello me alegré al descubrir este homenaje aunque sea en un lugar poco transitable. Después decidí indagar y descubrí la posible,  que no segura, implicación del antiguo barrio judío en dicho nombre, ¿más romántico?, sí, desde luego, cada cual que elija lo que más le convenga o según tenga el humor. El caso es que ahí están los pollos que antes daban los buenos días y ahora no los oímos por aquí pero sí los compramos sin saber muy bien cómo son tratados, pues ojito ojito, después de esta elucubración sólo quiero decirte que mira qué ocurre en algunos países o que  pienses si sigues dándole de comer a tu hijo nuggets de pollo. Tú mismo. Aquí puedes echar un cable. Au revoir.