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lunes, 2 de mayo de 2016

CERCA
A veces de tan cerca que tenemos las cosas las desconocemos. Disfruté con esta visita. Entre cipreses recortados se puede ver el Montgó como si fuese sólo tuyo, filosofía del jardín renacentista, donde antes sólo había un vertedero ahora las ranas campan a sus anchas entre las hojas de los nenúfares, las rocas por donde brota el agua albergan más de cien plantas en peligro de extinción. Aprendes sobre la arañuela que algunos consideran mala hierba y tiene en cambio una flor ejemplar, o simplemente te dejas llevar por las sensaciones de los colores, de las formas, de la luz,  porque como dice John Fowles tanto hemos clasificado la naturaleza que nos hemos separado de ella. Hay en lo alto de una columna un gran copa de barro repleta de limones y detrás el cielo hoy azul y la montaña que se recorta sobre él, exuberancia de la vida y tú ahí también. Caminos luego frondosos donde antes había tortugas que los visitantes robaron y flota en la charca un trébol de cuatro hojas que no debe cogerse porque en ellas guarda la semilla. De pronto el señor que salvaguarda esta belleza proclama en un segundo, "cuidad la naturaleza, si le das uno ella te devuelve diez" y desaparece como un sueño. Me siento en la sombra sobre un banco y delante de mí la enredadera que cae suelta, sí, en el vacío, no se agarra, no hay temor, elegante y segura,  y un pájaro se pronuncia y yo me digo benditos aquellos que creen en estos lugares, benditos quien los cuida. Y procuro dejar ya de pensar. 
Sólo sentir en el Jardí de L'Albarda.
Au revoir.............otro día os hablaré del jardín de los Iris, pronto, ahora hay que ir.

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